Un año más felicitándote,
explotará la burbuja si sales de esta.
No es la crisis de los veintiuno,
o la de los 14, no será la de los 30.
Te llamé "luz de mi vida".
Me ahogué en el vaso
que llenaron los despistados.
Me duele "pero está a mi lado"
Lo conocido es cómodo;
lo que llama, desconocido,
y si además sabe amargo
es por estar prohibido.
¿Cómo no voy a pensar en ti,
si ocupas toda mi mente?
Lo que hace más bien mata,
más bien se convierte en un cóctel
tóxico que pudre mis entrañas,
más bien abre más heridas
que más tarde no cicatrizan.
Pero la duda no ofende.
Mírame bien, ahora que puedes;
mírame bien, vas a perderme.
Mírame. Después échame de menos.
Me cansé de esperanza y fé
por la necesidad de un milagro
que me saque esto de dentro.
Cuéntame: ¿cuál es el sabor
que te ha dejado el arrepentimiento?
¿Para tu narcicismo cuánto valgo
en este preciso momento?
En la oscuridad fuiste la luz de mi vida.
Te encontraré si me reencarno,
igual hasta me lo merezca.
Me despido hasta nunca afirmando
que no habrá nadie después de ti,
o eso supongo, eso digo, eso imagino.
Claro que sí, cariño.
Sigue esperando.
No me llames más Lolita.
Pienso en los sonetos proféticos y en el refugio del arte. Esta es la inmortalidad que nunca compartiría contigo. La de la novela es mi princesa, yo solo la bestia, yo solo la escribo.
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