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jueves, 27 de diciembre de 2018

Surrealista

Me has abierto tanto que
dejaría mi vida en tus manos

y
sin
miedo.

Te plantas en seco frente a mí
y mis pupilas te recorren entero,
como si estuviera ante La magie noir,
y en mis ojos empieza a llover
igual que en Golconda.

Entre tanto eclecticismo
la humanidad no ha declarado
patrimonio tu cuerpo.

Pero yo me lo permito:
no existe ningún movimiento
ni maravillas que a ti se asemejen.

Es tu prudencia cuando me desvisto
y me contemplas como un monumento,
consiguiendo que todos los defectos
que me veo, ya no me acomplejen.

Igual que un día noté los nervios
en tus miradas de soslayo,
contigo no puedo perderlos.

Para el mundo soy un faquir
pero delante de ti nunca finjo;
ni siquiera necesito escribir:
en tu temple nace mi alivio.

Ayer casi toco tu rostro,
al despertarme casi me tiro,
casi te veo, casi te rozo,
casi a mi lado, casi en tu ombligo.

Sabes a chocolate y vainilla
¿en qué idioma te lo digo?
Me siento una niña consentida
que vomita amor por los bolsillos.

Soplaré las velas celebrando
otro año que no he muerto
y los deseos serán las sobras:
lo tengo todo en tu abrigo.

Y como Laura sin Petrarca,
como Humbert sin Lolita...
vago en la nostalgia
de no tenerte conmigo.


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