En el negro de tus pupilas
se halla mi remordimiento;
te he apuñalado tanto
que no sé perdonarme.
Se te olvidó avisarme
de que llegaba el tormento:
septiembre no me exime,
no voy a callarme ahora.
He salido mil veces del infierno
pero tú me atas de otra forma.
Me he despertado de un sueño,
estaba tocándome el sol y yo,
insensata,
me he descompuesto en agua
pensando que era tu fuego.
La he guardado en un tarrito
cuyo nombre es Silencio,
junto al Silencio que te guardo.
Como cuando nos recordaba
al ritmo de canciones de Juancho;
he vuelto a llorar escuchándolo.
Como con tus susurros suicidas
si me silbaban en la psique,
si me despistaba entre caricias,
si me besabas en la frente.
Jamás enterraré el ego pero
me mataré contigo si vuelves.
Perdóname incluso cuando
ya me hayas perdonado.
Calla, no me lo pidas ahora.
Si el tiempo es oro
valía diamantes contigo,
pero no tanto la pena.
Eres más bien un yoyó,
eres mi juguete preferido;
al final siempre regresas
cada vez que te olvido.
La voz de la conciencia
me está pidiendo tregua
y solamente logro decirle
"por favor no me agobies".
Su palabra es mi condena.
Intento quitarle yerro,
como los otros dicen,
pero se me sigue cayendo
el pelo por su deficiencia.
Y lágrimas de fé ausente.
No te calles ahora.
He buscado la respuesta
en medicina alternativa,
recayendo en el fracaso.
Quisiera ser más bien saliva
para diluirme en el ocaso,
para encontrar una salida
que no sea de emergencia,
pero de nuevo ahí acabo.
Me regalé tiempo,
me brindó perspectiva.
Ahora brillo
porque ya he tocado fondo.
Pero no te calles ahora.
miércoles, 23 de octubre de 2019
domingo, 19 de mayo de 2019
saudades (tuas)
"Hacen falta unos brazos seguros como el viento,
Y como el mar un beso."
(Desdicha, Luis Cernuda)
Extraño la dulzura de tu olor a sal,
desde Ítica inspirando a Homero,
hasta el último rincón de Portugal.
Es la intimidad del sentimiento
que se traduce y manifiesta
en el eco de mi voz si te grito,
el frío que irradia tu calidez,
azul como el cielo si golpeas
tus olas contra el infeliz enemigo.
Tu falta es capaz de demoler
mi alma: por eso te llamo
"media naranja de mi zodíaco",
mi mente se mueve como tu marea
sube y baja; se cae y naufragia.
Quiero huir, en ti hundirme,
sola y sólo acompañada
de una carta que no firme;
dejando de lado la estacada
donde sin vida no acabo de morirme.
Esta saudade repiquetea
en mis pulmones, produciendo
un sonido similar al llanto.
Un dolor que me abofetea.
Todos te miran, yo me disuelvo
y despacio bailo contigo ese tango
que con tanta paciencia he anhelado,
que la madera me clava por dentro
marcando un ritmo suave
...
lento,
lento,
lento.
La muerte no es nadie en tu magnitud.
Y como el mar un beso."
(Desdicha, Luis Cernuda)
Extraño la dulzura de tu olor a sal,
desde Ítica inspirando a Homero,
hasta el último rincón de Portugal.
Es la intimidad del sentimiento
que se traduce y manifiesta
en el eco de mi voz si te grito,
el frío que irradia tu calidez,
azul como el cielo si golpeas
tus olas contra el infeliz enemigo.
Tu falta es capaz de demoler
mi alma: por eso te llamo
"media naranja de mi zodíaco",
mi mente se mueve como tu marea
sube y baja; se cae y naufragia.
Quiero huir, en ti hundirme,
sola y sólo acompañada
de una carta que no firme;
dejando de lado la estacada
donde sin vida no acabo de morirme.
Esta saudade repiquetea
en mis pulmones, produciendo
un sonido similar al llanto.
Un dolor que me abofetea.
Todos te miran, yo me disuelvo
y despacio bailo contigo ese tango
que con tanta paciencia he anhelado,
que la madera me clava por dentro
marcando un ritmo suave
...
lento,
lento,
lento.
La muerte no es nadie en tu magnitud.
lunes, 25 de febrero de 2019
Me descompongo en mi mayor
"Love, I can't tell you how I feel."
Always somewhere // Scorpions
Ojalá pudiera despertarme y decir " nada de esto está pasando". Estás tarareando la canción que no puedo componerte.
Era martes y en un sueño
Alicia me dijo "un día de estos".
Nunca cuándo, sin embargo.
Y, joder, esperar me mata.
Siento que el reloj se desintegra,
como la canción de Extremoduro,
no sé la hora: se rompió la cadena.
Me crees ajada y vacía
por tener huecos de otro tipo;
puedo ansiarlos en silencio.
No niego estarlo, soy una arpía
y solo Falsedad me rodea.
Me abrieron en canal
y encontraron melomanía
en cada ápice de mi alma.
Música es la única que me calma,
me envuelve como melodía,
me sacia, satisface, seduce
y mis penas arranca, aunque
lloros vierta de forma simultánea.
Y tú tarareando la canción
que aún no he podido componerte.
Mi epíteto católico es igual
que el del apóstol Tomás;
de santa no tengo un pelo:
todos son de incrédula.
Devuélveme a Inocencia.
Dime con quién andas;
no sé quién eres.
No me entregues tus armas
ya me conozco al diablo,
ya sé que no viste de Prada,
y sabe demasiado por viejo,
y adora tanto a sus mujeres.
Jamás una tristeza escondida
acabó con su existencia.
Lo más molesto de que
me mires todo el rato,
es que no me veas.
Vuelve al principio
domingo, 13 de enero de 2019
El jarrón roto que me queda
Su tristeza se perdió en la forma de mis lunares mientras yo perdía jugando a perderla.
Eran tantas sus preguntas y tan pocas mis respuestas que dejaron de ser; se convirtieron en dagas.
Su interés navegaba en mi silencio de forma tan tenaz que no pudo romperlo.
Lo estaba matando y nunca lento.
Mantengo la respiración como los secretos que no diría en voz alta ni aun estando un poco más loca.
No me merezco ni el oxígeno que estoy contaminando desde el álgido lugar en el que vivo.
La constante decepción me anima a no volver a intentarlo, por si esta vez me asfixio.
Si es verdad que somos 80% agua, el otro porcentaje que me resta debe de ser hastío. Suponiendo que me quede algo.
He escuchado hablar de la compatibilidad que no tengo ni conmigo misma. Soy una catedral gótica que se admira desde fuera: es peor que imprudente meter un pie dentro.
Prefiero mantener lo que me conviene bien lejitos, por eso se escabulló mi sombra de tus manos cuando creíste por fin sostenerla.
Me visto de blanco insatisfacción, pero lo pinto de rojo, porque soy una egoísta. Si no te pregunto qué demonios andan en tu cabeza, es por la pura reprocidad del acto.
Así que no preguntes:
vete.
Eran tantas sus preguntas y tan pocas mis respuestas que dejaron de ser; se convirtieron en dagas.
Su interés navegaba en mi silencio de forma tan tenaz que no pudo romperlo.
Lo estaba matando y nunca lento.
Mantengo la respiración como los secretos que no diría en voz alta ni aun estando un poco más loca.
No me merezco ni el oxígeno que estoy contaminando desde el álgido lugar en el que vivo.
La constante decepción me anima a no volver a intentarlo, por si esta vez me asfixio.
Si es verdad que somos 80% agua, el otro porcentaje que me resta debe de ser hastío. Suponiendo que me quede algo.
He escuchado hablar de la compatibilidad que no tengo ni conmigo misma. Soy una catedral gótica que se admira desde fuera: es peor que imprudente meter un pie dentro.
Prefiero mantener lo que me conviene bien lejitos, por eso se escabulló mi sombra de tus manos cuando creíste por fin sostenerla.
Me visto de blanco insatisfacción, pero lo pinto de rojo, porque soy una egoísta. Si no te pregunto qué demonios andan en tu cabeza, es por la pura reprocidad del acto.
Así que no preguntes:
vete.
miércoles, 9 de enero de 2019
Dolores era rubia
Un año más felicitándote,
explotará la burbuja si sales de esta.
No es la crisis de los veintiuno,
o la de los 14, no será la de los 30.
Te llamé "luz de mi vida".
Me ahogué en el vaso
que llenaron los despistados.
Me duele "pero está a mi lado"
Lo conocido es cómodo;
lo que llama, desconocido,
y si además sabe amargo
es por estar prohibido.
¿Cómo no voy a pensar en ti,
si ocupas toda mi mente?
Lo que hace más bien mata,
más bien se convierte en un cóctel
tóxico que pudre mis entrañas,
más bien abre más heridas
que más tarde no cicatrizan.
Pero la duda no ofende.
Mírame bien, ahora que puedes;
mírame bien, vas a perderme.
Mírame. Después échame de menos.
Me cansé de esperanza y fé
por la necesidad de un milagro
que me saque esto de dentro.
Cuéntame: ¿cuál es el sabor
que te ha dejado el arrepentimiento?
¿Para tu narcicismo cuánto valgo
en este preciso momento?
En la oscuridad fuiste la luz de mi vida.
Te encontraré si me reencarno,
igual hasta me lo merezca.
Me despido hasta nunca afirmando
que no habrá nadie después de ti,
o eso supongo, eso digo, eso imagino.
Claro que sí, cariño.
Sigue esperando.
No me llames más Lolita.
Pienso en los sonetos proféticos y en el refugio del arte. Esta es la inmortalidad que nunca compartiría contigo. La de la novela es mi princesa, yo solo la bestia, yo solo la escribo.
explotará la burbuja si sales de esta.
No es la crisis de los veintiuno,
o la de los 14, no será la de los 30.
Te llamé "luz de mi vida".
Me ahogué en el vaso
que llenaron los despistados.
Me duele "pero está a mi lado"
Lo conocido es cómodo;
lo que llama, desconocido,
y si además sabe amargo
es por estar prohibido.
¿Cómo no voy a pensar en ti,
si ocupas toda mi mente?
Lo que hace más bien mata,
más bien se convierte en un cóctel
tóxico que pudre mis entrañas,
más bien abre más heridas
que más tarde no cicatrizan.
Pero la duda no ofende.
Mírame bien, ahora que puedes;
mírame bien, vas a perderme.
Mírame. Después échame de menos.
Me cansé de esperanza y fé
por la necesidad de un milagro
que me saque esto de dentro.
Cuéntame: ¿cuál es el sabor
que te ha dejado el arrepentimiento?
¿Para tu narcicismo cuánto valgo
en este preciso momento?
En la oscuridad fuiste la luz de mi vida.
Te encontraré si me reencarno,
igual hasta me lo merezca.
Me despido hasta nunca afirmando
que no habrá nadie después de ti,
o eso supongo, eso digo, eso imagino.
Claro que sí, cariño.
Sigue esperando.
No me llames más Lolita.
Pienso en los sonetos proféticos y en el refugio del arte. Esta es la inmortalidad que nunca compartiría contigo. La de la novela es mi princesa, yo solo la bestia, yo solo la escribo.
lunes, 7 de enero de 2019
imperturbable
Si no te concierne: sangre fría.
Me lo dijo a la cara:
"eres muy guapa, pero..."
dejé de escuchar.
Dios, por qué a mí.
Yo que era tan guapa, pero...
me cerró con las mismas.
Nunca supe si fue mi acierto,
nadie juega con barbies rotas.
Me amaba tanto que dolía,
tanto que jamás me convino.
Aborrezco mi existencia, luego existo.
Le dije "yo no valgo para esto.
Sayonara, mi amor, no lo dudo:
eres lo más bonito que he visto."
Es verdad que todo pasa factura,
yo no pedí que me escogiera
y sin quererlo fui su favorita.
Dios, ¿para qué existo?
No soy la única que sufre;
conmigo lo hace todo mi cuerpo.
Noto la tensión en cada músculo,
hasta en los párpados
y por más que los cierro no duermo.
No soy de sangre fría ni una momia. Soy hielo.
Volvió tras pasar cien noches despierta
preguntándome por qué se había ido,
solo yo podía curarlo sin besar
su herida, sin meter el dedo en la llaga,
y lo supo siempre, en el fondo.
Innegable fue una realidad
más allá de su crisma, si la hubo;
trabada en la mitad del camino,
en una lucha entre mi ego escuálido
y la terquedad que lo envolvía.
No fue capaz de entender mi hastío.
¿Duele más el habla o el hecho?
El ciego ve más que yo,
que intento coserme los ojos,
que me clavo las uñas para no verlo.
"Por qué a mí", mil veces me repito.
Hoy se ha dado cuenta
de cuánto le llenaba mi vacío
y ha llorado delante del resto.
Yo también he llorado,
y me he dado un abrazo
porque solo soledad me llena.
Aborrezco mi existencia, luego existo.
Me lo dijo a la cara:
"eres muy guapa, pero..."
dejé de escuchar.
Dios, por qué a mí.
Yo que era tan guapa, pero...
me cerró con las mismas.
Nunca supe si fue mi acierto,
nadie juega con barbies rotas.
Me amaba tanto que dolía,
tanto que jamás me convino.
Aborrezco mi existencia, luego existo.
Le dije "yo no valgo para esto.
Sayonara, mi amor, no lo dudo:
eres lo más bonito que he visto."
Es verdad que todo pasa factura,
yo no pedí que me escogiera
y sin quererlo fui su favorita.
Dios, ¿para qué existo?
No soy la única que sufre;
conmigo lo hace todo mi cuerpo.
Noto la tensión en cada músculo,
hasta en los párpados
y por más que los cierro no duermo.
No soy de sangre fría ni una momia. Soy hielo.
Volvió tras pasar cien noches despierta
preguntándome por qué se había ido,
solo yo podía curarlo sin besar
su herida, sin meter el dedo en la llaga,
y lo supo siempre, en el fondo.
Innegable fue una realidad
más allá de su crisma, si la hubo;
trabada en la mitad del camino,
en una lucha entre mi ego escuálido
y la terquedad que lo envolvía.
No fue capaz de entender mi hastío.
¿Duele más el habla o el hecho?
El ciego ve más que yo,
que intento coserme los ojos,
que me clavo las uñas para no verlo.
"Por qué a mí", mil veces me repito.
Hoy se ha dado cuenta
de cuánto le llenaba mi vacío
y ha llorado delante del resto.
Yo también he llorado,
y me he dado un abrazo
porque solo soledad me llena.
Aborrezco mi existencia, luego existo.
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