Me has abierto tanto que
dejaría mi vida en tus manos
y
sin
miedo.
Te plantas en seco frente a mí
y mis pupilas te recorren entero,
como si estuviera ante La magie noir,
y en mis ojos empieza a llover
igual que en Golconda.
Entre tanto eclecticismo
la humanidad no ha declarado
patrimonio tu cuerpo.
Pero yo me lo permito:
no existe ningún movimiento
ni maravillas que a ti se asemejen.
Es tu prudencia cuando me desvisto
y me contemplas como un monumento,
consiguiendo que todos los defectos
que me veo, ya no me acomplejen.
Igual que un día noté los nervios
en tus miradas de soslayo,
contigo no puedo perderlos.
Para el mundo soy un faquir
pero delante de ti nunca finjo;
ni siquiera necesito escribir:
en tu temple nace mi alivio.
Ayer casi toco tu rostro,
al despertarme casi me tiro,
casi te veo, casi te rozo,
casi a mi lado, casi en tu ombligo.
Sabes a chocolate y vainilla
¿en qué idioma te lo digo?
Me siento una niña consentida
que vomita amor por los bolsillos.
Soplaré las velas celebrando
otro año que no he muerto
y los deseos serán las sobras:
lo tengo todo en tu abrigo.
Y como Laura sin Petrarca,
como Humbert sin Lolita...
vago en la nostalgia
de no tenerte conmigo.
jueves, 27 de diciembre de 2018
martes, 5 de junio de 2018
Siete diferencias
He perdido siete aviones para despedirme de ti en el aeropuerto. He jugado con los barcos a tocado y hundido para acabar quemándome las manos porque nunca me diste la tuya con la solidez que necesitaba.
Me he desintegrado con ácido las fibras capilares intentando quemar la parte de mi encéfalo en la que te anclaste. He vuelto a escuchar las canciones que me gustaban gracias a que, sin quererlo, me devolvieras tan rápido la vida, aunque de la misma y lenta forma me la hayas quitado.
También me he quedado con lo bueno de los malos tragos que te hice pasar por mi forma de ser, complicada, y reconozco que probablemente ese sea el motivo por el que la gota no colmó el vaso: tu paciencia.
He querido negarme la paz que me dabas por pura negligencia, y tantas veces me he repetido que me dañaba que terminó por hacerlo. La verdad es que hoy soy consciente de que era tan simple como el miedo abrumador a no poder devolvértela. El que me hizo ser precipitada e incoherente sin ni siquiera dejarme tiempo para darme cuenta de que mi locura favorita residía en tus labios.
La desidia me consumió de tal manera que sentí pánico por que te embarcara. Aún así, me he permitido el lujo de irme de rositas después de vaciar mi revólver en tu pecho. Incluso he tenido la cara de llorar porque nunca te molestaste en conocer las siete diferencias que escondía.
Después de leer todo lo que te escribí me he dado cuenta de que sigo siendo la misma ciega de siempre y, sin embargo, no me importaría pasar una semana más entre tus piernas. Aunque todavía no tenga ni puta idea de tu mundo.
He sentido que perdía el mayor trofeo el día que tuvieron que ayudarme a arrancarte de mí, porque precisamente el último vuelo fue el único que no perdí por ti. Pero hasta ese momento no decidiste que era una buena idea salir corriendo detrás para que no me marchara.
Me he desintegrado con ácido las fibras capilares intentando quemar la parte de mi encéfalo en la que te anclaste. He vuelto a escuchar las canciones que me gustaban gracias a que, sin quererlo, me devolvieras tan rápido la vida, aunque de la misma y lenta forma me la hayas quitado.
También me he quedado con lo bueno de los malos tragos que te hice pasar por mi forma de ser, complicada, y reconozco que probablemente ese sea el motivo por el que la gota no colmó el vaso: tu paciencia.
He querido negarme la paz que me dabas por pura negligencia, y tantas veces me he repetido que me dañaba que terminó por hacerlo. La verdad es que hoy soy consciente de que era tan simple como el miedo abrumador a no poder devolvértela. El que me hizo ser precipitada e incoherente sin ni siquiera dejarme tiempo para darme cuenta de que mi locura favorita residía en tus labios.
La desidia me consumió de tal manera que sentí pánico por que te embarcara. Aún así, me he permitido el lujo de irme de rositas después de vaciar mi revólver en tu pecho. Incluso he tenido la cara de llorar porque nunca te molestaste en conocer las siete diferencias que escondía.
Después de leer todo lo que te escribí me he dado cuenta de que sigo siendo la misma ciega de siempre y, sin embargo, no me importaría pasar una semana más entre tus piernas. Aunque todavía no tenga ni puta idea de tu mundo.
He sentido que perdía el mayor trofeo el día que tuvieron que ayudarme a arrancarte de mí, porque precisamente el último vuelo fue el único que no perdí por ti. Pero hasta ese momento no decidiste que era una buena idea salir corriendo detrás para que no me marchara.
sábado, 17 de marzo de 2018
Diciembre y diciembre y diciembre y
He vuelto a cometer un asesinato
al despertarme de este sueño contigo.
Me preguntaron qué sería de mí el día que no me pertenezca cada milímetro de tu piel y mi respuesta fue un espacio.
Tus caricias entre mis piernas
me convierten malabar de tus antojos.
No puedo evitar recordar
tus dedos caminando sobre mi pecho,
mis uñas deshaciéndose en mi estómago
por echar de menos el calor de tu espalda,
y una imagen que no para de repetirse
y la asfixia autodestructiva que me cala.
No me jodas que otra vez es invierno.
La estación donde el tren
no efectuará parada,
en la que no escucharás
el sonido del golpe seco
que produce mi grinder
cada vez que me dices
"líate un porro"
y te cuento mis penas.
Diciembre me recuerda
que no pasará un día
sin que estés conmigo
llevándome fuera
de esta sucia celda.
No existe túnel ni camino,
no hay principio ni final,
no hay prisión ni destino;
solo tú eres delito y yo criminal.
Hablando sola me repito
los versos que quiero recitarte,
le pongo tu voz a un poema
que evoca tu risa de niño.
Pero que voy a seguir soñando...
Soy una isla desierta,
el mes de diciembre,
el frío llamando a tu puerta,
tu amuleto de la mala suerte.
Sí, estoy en defensa.
Cuando me levante
ya me habré protegido
del impacto y tú después
no podrás perdonarte.
¿Para qué vas a dispararme?
Estoy evitando que me a abraces:
puedes dar la batalla por perdida
o a mí por muerta.
domingo, 21 de enero de 2018
Siempre cerca de ti
Me he vuelto a disculpar
y hoy tampoco lo sentía.
Te has vuelto a olvidar
de que soy más humana
que muchos ser que no lo son,
que se me han roto las manos
por la nostalgia de tocar algo
que nunca ha sido mío,
que tengo los dedos ensangrentados,
y se me resbala todo lo que toco
y que en este "ya nada es importante"
el mismo todo me manda a la mierda.
Solo mi boca sabe
que me sabe a sangre la lengua.
Muerta la esperanza,
le sacaré las entrañas
con tal de asegurarme
de que por aquí no vuelva.
En esta confusión entre
necesitarte más que a mi tristeza
y el odio de tus ataques gratuitos
sigo esperando los tuyos con impaciencia.
He creado una fortaleza,
perdóname por no dejarte sitio:
aquí solo caben almas en pena.
Que yo nunca he querido susurros al oído
con olor a despedida,
yo te pido besos
que me sepan a "no te vayas".
Escuchar tu nombre me daba escalofríos,
llegué a desear tatuármelo, amor mío,
y al momento supe que era un sinsentido
porque desde que nací estaba destinado
a quedar inscrito en mi epitafio.
Me he vuelto a encerrar en este desierto llamado "fuera de mi vida" cuando más te necesito.
Casi me escuchas,
casi me ves,
casi me quedo.
Solo un casi.
No me escuchas, amor, porque soy yo quien te tapa las orejas.
No es a mí a quién ves, amor, porque fui la estrella fugaz convertida en el tren que no paras de perder.
No me quedo, amor, no me quedo porque no puedo dejarte ni las migas.
Se han escondido mis ganas de ganarte
y yo ni las busco ni las encuentro.
Estoy harta de disculpas:
soy tan tuya
que no necesito que me aseguren
que me voy a morir a tu lado.
y hoy tampoco lo sentía.
Te has vuelto a olvidar
de que soy más humana
que muchos ser que no lo son,
que se me han roto las manos
por la nostalgia de tocar algo
que nunca ha sido mío,
que tengo los dedos ensangrentados,
y se me resbala todo lo que toco
y que en este "ya nada es importante"
el mismo todo me manda a la mierda.
Solo mi boca sabe
que me sabe a sangre la lengua.
Muerta la esperanza,
le sacaré las entrañas
con tal de asegurarme
de que por aquí no vuelva.
En esta confusión entre
necesitarte más que a mi tristeza
y el odio de tus ataques gratuitos
sigo esperando los tuyos con impaciencia.
He creado una fortaleza,
perdóname por no dejarte sitio:
aquí solo caben almas en pena.
Que yo nunca he querido susurros al oído
con olor a despedida,
yo te pido besos
que me sepan a "no te vayas".
Escuchar tu nombre me daba escalofríos,
llegué a desear tatuármelo, amor mío,
y al momento supe que era un sinsentido
porque desde que nací estaba destinado
a quedar inscrito en mi epitafio.
Me he vuelto a encerrar en este desierto llamado "fuera de mi vida" cuando más te necesito.
Casi me escuchas,
casi me ves,
casi me quedo.
Solo un casi.
No me escuchas, amor, porque soy yo quien te tapa las orejas.
No es a mí a quién ves, amor, porque fui la estrella fugaz convertida en el tren que no paras de perder.
No me quedo, amor, no me quedo porque no puedo dejarte ni las migas.
Se han escondido mis ganas de ganarte
y yo ni las busco ni las encuentro.
Estoy harta de disculpas:
soy tan tuya
que no necesito que me aseguren
que me voy a morir a tu lado.
sábado, 6 de enero de 2018
Su sombra
y sólo cortas si te lanzan.”
-Irene X
Ahora las nubes lloran
cada vez que la miro
y su rostro me confiesa
“no puedo más”.
¿Quién me puede explicar
por qué los domingos escuecen
tanto las heridas?
¿Cómo se llega a llenar
la soledad del último día de la
–avecesinterminable- semana?
Hoy que todo duele más,
no encuentro ninguna metáfora de tu talla
ni puntos ni comas para tu calma.
Pero ahora le falta luz al sol,
porque sus ojeras fatigadas
han dicho que está cansada.
Hoy eres más tuya,
y yo la única que ha conocido
tu mirada:
esos ojos que han compartido
misterios con la luna,
la que a mí me ha cambiado,
dejándome torpe y muda;
dando a cada sutil silencio
otro significado
y ya nunca será ausencia.
Porque el silencio
ahora habla más alto
y todo es culpa del halo
de melancolía que hay en ella.
Yo solo pido una tregua,
mientras que su bandera blanca,
parece inexistente:
se dedica a sacarme la lengua,
a ponerme trampas,
a llamarme demente.
Y se me clava,
y me mira como una loca.
Y se me atraganta
como la espina de una rosa.
Qué le voy a hacer,
si estoy enamorada de su sombra,
si se ha apropiado de mi vida,
si me secuestra en cada esquina…
Qué le voy a hacer,
si ahora es su tristeza
la que yace en mis costillas.
Y es que las nubes
están llorando,
porque las miro
y saben que nada va a cambiar.
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