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viernes, 29 de octubre de 2021

Mil maneras

 Llenar de amor un corazón de hielo,

llegar a mi vida de sorpresa,

parar por ti la Tierra,

convertirte en el epicentro

de este terremoto endemoniado mío.


Desarrollar el don que tienes

de convertir cualquier nimiedad

en un un recuerdo que durará siempre:

En mi mente está grabada

la luz que irradiabas

aquel día, en aquel puente.


Quiero dedicarte los versos

más bonitos que escriba;

sentir tu piel, dormir en tu pecho;

despertarme al amanecer

y tener al lado tu carita;

observar tus pestañitas rubias,

las de esa dulce mirada tuya

que cada día me conquista.


El amor es el brillo de mis ojos

cuando te miro, y te saco fotos

en las que por muy bien que salgas,

la belleza de tu semblante no entra.


Tantas palabras en el diccionario

y para mí aún no existe la correcta.

Ahora se ha tornado un calvario

dar con la manera de hacerte saber

la vida que quiero vivir contigo:

como llevarte a diario el desayuno

a la cama, y todos los días darte

un vasito lleno de besos con

un poema tonto que te recito.

 

Pero necesito dar con uno a tu altura;

por eso te dedico los que no son míos.

Tengo la necesidad de que entiendas

que mi amor por ti es sincero

aunque demostrarlo no sea sencillo.


En mis libros de diez euros

atesoro como un as en la manga

las frases que se me atascan

y los poemas que te dedico.


Voy a conocerte cien veces

aunque "no me conozcas de nada".


Voy a decirte que te amo de mil maneras

y no vas a poder sino creerlas.





miércoles, 1 de septiembre de 2021

Sin excusas

Sería capaz de hacerte una tesis si me pidieras explicaciones, podría rogar la exculpación de mis pecados en un confesionario y zambullirme de rodillas para rezarte hasta no poder sentirme más tuya.

Podría atribuirle el que estemos hechos el uno para el otro a cualquier tontería que fuera del círculo "tú y yo" nadie entiende.

Podría callarme la boquita, fingir mi desaparición y seguir buscando tu tacto en unas huellas distintas, pero no quiero volver a serme infiel.

He decidido que si vuelvo a arrepentirme, no va a ser porque la valentía de la que carezco o mi exceso de orgullo hayan impedido reconocer cuánto te necesito.

Ni siquiera habían pasado 48 horas desde que me dijiste tu nombre y ya era consciente de que iba a enamorarme de ti; después vino un naufragio donde me colmé con la misma tranquilidad que un marinero tiene al saber que llegará la calma después de la tormenta: fue mero instinto lo que me llevó a la indiferencia.

La desconfianza es mi tendencia, ya lo sabes.

El día que decidiste buscarme la alegría en mí volvió a nacer, aunque por odio casi la confundo. Desde entonces he sufrido por la necesidad de secuestrarte, de pedirte un millón de besos de rescate y de volverme una mantis religiosa para asesinarte con mis propias manos.

Pero soy débil y me derrito con cualquier estupidez que me digas, como cuando me propusiste escaparnos a ver la lluvia de estrellas, y te quedaste en mi constelación de lunares.

Si no te tuviera miedo me encantaría decirte que te quiero más de lo que admito. Suena fácil, ¿verdad?: me gustas. Y, sin embargo.

No puedo. Me diste la opción de hacerme mil preguntas, de sentarme sobre mis lágrimas esperando tu llamada, de odiar cada poro de mi piel en el que se había colado tu olor e incluso tú te subiste al carro.

Lo siento, pero esta vez no voy a reservarme el derecho de decidir nuestro rumbo. Tendremos que dejarlo en interrogante, así como soy yo, así como tú eres, ¿no? Volubles. Hoy te adoro, mañana me agotas.

Tengo una intuición que apenas se equivoca, la misma que me dijo que esto pasaría, y ahora me pide que me aleje, y cuando me desvele me rogará que vuelvas.

Tonta de mí, que me tapo las orejas para no escucharla.

Tantos ornamentos para admitir algo que se simplifica a dos palabras que ni siquiera te digo, mientras que tú tienes la poca vergüenza de tenderle la mano a mis mayores inseguridades; y eso es lo más frustrante de tenerte: porque prefiero la muerte antes que volver a perderte.

viernes, 25 de junio de 2021

Remisa a olvidarte

 A veces me ataca un mar de congoja cuando te pienso, o cuando remisa a deshacerme de tu recuerdo leo las parcas palabras que me escribías.

No puedo negar la sonrisa que ilumina mi rostro cuando me imagino la dulzura que pocos logran ver en el verde de tu iris.

No sé si me enorgullece que tras los infiernos de mi indómito carácter no me dieras más remedio que ceder y darte la razón.

Quizás en una fecha señalada llegue el día en el que al cruzar por el lugar de nuestra última despedida no derrame una lágrima.

Quisiera que sepas que por cada día que te quise he llorado cuatro, y ni siquiera he llegado a la mitad del duelo.

Extrañan el tacto de tus manos hasta las guedejas que se me escapan por la frente cuando me recojo el pelo.

Todo se me antoja insuficiencia comparado a tus dádivas, tu pureza, compartir silencios y ser contigo.

Pocas veces me he sentido tan identificada como con los tres caracteres que tenías tatuados sobre el ombligo.

Vago por las calles acaparazada por el rechazo que la desgana del resto me provoca, una coraza que ya nadie fisura.

Observo la cadencia de mi canción favorita y me envuelvo en ella a la espera de que me saque de este ensimismamiento.

Si me dijeras "ven" no lo dejaría todo pero me lo pensaría.



viernes, 17 de abril de 2020

Con tu permiso

Empecé a escribir
porque me enseñaron
que estaba mal sentir.
Revelarase ante el papel
se antoja sumamente fácil:
mi diario es mi confesionario,
el rincón donde mitigar el dolor,
el único lugar donde desnudarme,
donde no necesito conjuntar el color
de la identidad que a día de hoy
elijo cada mañana para disfrazarme.

Porque Dios, sí: aprieta
y cuando se enfurece ahoga,
pero si quieres hablar de la soga
en la casa donde murió el ahorcado,
traerás nefastas consecuencias
y acabarás suicidándote a su lado.

Soy de las que convierte en refugio
cualquier cosa que le perjudica.
Me llaman manipuladora, tóxica,
incoherente y autodestructiva.

Pero soy irracional, indiscreta,
desequilibrio que alterna
sevicia con inocencia,
para ti una incógnita,
la basura que no saco,
una bolsa de secretos.
No pretendo engañarte:
aquí la lluvia cae por dentro.

Desencantada, me llamo Cintia.

Mi amparo se halla en la música
que me hace sentirme activa,
vivo en la empatía con aquella
lejana y eterna generación perdida,
enamorada del Gran Gatsby,
de las canciones de Ronnie Radke,
cerca de Wilde, de Cernuda y Espronceda.

Mi vida son los artistas y poetas
que no conoceré mientras viva.

Soy la que elige la calma
frente al ruido, antepongo
mi gusto anticuado
a este moderno mundo vacío,
intento reflejar la complejidad
de mi juicio inestable
jugando con polisemia
en perversos escritos,
y aún así guardo las apariencias
que me hacen merecedora de un Oscar,
porque, en el fondo, me siento
tan mal acompañada como sola.

Por eso me temo,
me anulo con egoísmo,
pero ya no me asusto,
porque ahora entiendo
que no me invalida
puntuar alto en neuroticismo.
Esta es mi personalidad,
la que abrazo y acepto
a pesar de haberla tratado
con un desprecio infinito.

Por eso este es el lugar
en el que me permito
ser frágil y sincera.
Por eso cuando
cierro el cuaderno
y aparco el bolígrafo,
me visto de seda,
me pongo la careta
de la falsa sonrisa,
y tres, dos, uno ¡acción!

Ahora aparento decencia,

con tu permiso.

miércoles, 8 de abril de 2020

Mi hogar está en Pompeya


"It's so hard to be together, 
and I try, and I try..."
-Chemical prisioner, Falling in Reverse

Me preguntó dónde vivía, si era real, si había yo vivido.
Le respondí que mi hogar es el tormento,
porque mi amparo solo me ocasiona perjuicios,
y esta es la mayor herida que tengo:
bienvenido seas al infierno de mi paraíso.

Me hizo escribir
sobre la empatía de otros versos,
para poder sentir
cada palabra que no me guardo.

Se agotarían los números del universo
si a alguien se le ocurriera contar
las veces que "en serio" me he jurado
"esta es la última que te escribo".
Y antes de que mi alter ego
te confesara: eso es impropio de mí;
anonadado se encontraría
si yo admitiera
que a pesar del tiempo, no te he superado.

Le dije que la segunda cosa más cierta
que he escuchado en mi vida
salió a modo de bala de tu boca,
como si muerto por insomnio
disparases una verdad
cargada de desdén y odio,
pero cierta al fin y al cabo.

Y me agarré a esa verdad
como un enfermo de cáncer
intenta aferrarse a la vida,
porque encuentro refugio
en todo lo que me hace daño.

Mi amor se perdió en la guerra.
Mi amor en la guerra perdió la valentía.
Mi amor no tuvo coraje ningún día de su vida.

Mi amor enterró al perro y se enamoró de la rabia.

Desde que dejé de esperar a mi amor,
ay... mi amor,
cuando te marchaste se paró el reloj.
Desde que se fue mi amor no necesito rayar arañazos en tu piel desnuda,
ni que me den besitos en la columna
ni que me deslicen mentiras con la lengua.

Que se la traguen.

Le dije que queda una semana para tu cumpleaños,
y no te echo de menos.

No he vuelto a mentirle.

Le juré que en ti me hundiría,
hasta en tu saliva sin saber nadar,
sin miedo a ahogarme.

No quiero que me hablen de "otras circunstancias".

Mis manos se rompen cada vez
que se les escapa un enigma,
he vivido donde más me dolía,
he escuchado cómo mis órganos se destruían;
encuentro yo siempre el camino
que no aparece en ningún mapa:
el que me dirige a la locura de tus labios,
arrastrándome a la cordura de echarte en falta.

En mis cicatrices más profundas,
aún calientes, incluso por ti algunas,
se hicieron patentes mis temores,
lo que el tiempo no ha curado,
las falsas ilusiones, el rencor a mis rincones,
las mentiras que mi sufrimiento han aliviado.

Me he enfadado con el mundo
porque me entristece y me enferma,
porque mi cuerpo es más frágil de lo que creía
pero sigo maltratándolo,
porque encuentro refugio
en todo lo que me hace daño.

Me dijo que él sabe cuándo sí
aunque yo le diga no, no, no.

Su mayor secreto es la solución
para esta cuerda que me asfixia.

Sé que me quiere tibia.
Pero sabe que yo a ti no.

Porque mi hogar
está en Pompeya,
porque no puedo contar
lo que me hace sentir ella,
y nadie logró captar
el SOS en mi botella,
porque encuentro refugio
en todo lo que me hace daño.

lunes, 6 de abril de 2020

Autofobia

En verano conocí a Paz
y se escapó como arena,
suave entre mis dedos.
No cerré bien la puerta,
el fallo fue mío, de nuevo
me confundí por negligencia,
por necia, mi barbilla al suelo;
otra vez, me exigí más de la cuenta.

Mi solución fue salir corriendo
hacia la salida de emergencia
más próxima, donde me deshice
en cinco océanos de lágrimas
tras descubrir que jamás
encontraría una mirada capaz
de hacer eco en mi vacío.

Necesitaba explotar sin saber cómo,
evadirme para desconocerme,
hacer de mi mente algo simple;
de mis problemas desentenderme,
plasmar lo que siento y desangrarme,
acabar escogiendo yo el calibre
del arma que pudiera liberarme.

Si el silencio se convierte
en tu confidente, en tu amigo,
cuando tu fe se ha disipado,
si llegas al final del camino
y no queda más que abismo...
no existe forma de remediarlo.

¿Es que aún no te has enterado?
Todo, absolutamente todo
lo que hago, tiene que ver contigo.

No tenemos prisa, no me llores,
no eres solo lo que el espejo refleja.
Ya me he aprendido tus sermones:
afirmas haber perdido la cuenta
de las veces que te has caído,
de las malas noches que has tenido,
que de golpes mejor se aprende,
que se inclinó demasiado la cuesta.

La dificultad no reside en quererse,
sino en a uno mismo perdonarse,
en desanclarse y darse una tregua.

Me deshice del prójimo: la magia
yace en no rodearse de cualquiera.

Yo ya viví el repudio del rechazo,
eliminé lo que me distinguía,
alejé mi alegría con el ocaso,
me escudé bajo mentiras;
también me convertí en presa
pero nunca en blanco fácil;
olvidé mi canción favorita
y las promesas en las que creía
solo eran pájaros de mi cabeza
que un día se desnucaron
en un accidente en la M-30...

Porque Dios no quiso crear un mundo
para los más sensibles de la cuenta.

Mis vaticinios se han frustrado
y desde entonces la palabra "esperanza"
se ha borrado de mi vocabulario
y no queda nada para devolvérmela.

¿Acaso todavía no sabes
que me necesito como nadie?

Es que ni siquiera has entendido
que la soledad es más que abandono,
que respirar no significa estar vivo,
y que cuando una mente se ausenta

no existe madera que imposibilite el naufragio.


miércoles, 23 de octubre de 2019

shhhh

En el negro de tus pupilas
se halla mi remordimiento;
te he apuñalado tanto
que no sé perdonarme.

Se te olvidó avisarme
de que llegaba el tormento:
septiembre no me exime,
no voy a callarme ahora.

He salido mil veces del infierno
pero tú me atas de otra forma.

Me he despertado de un sueño,
estaba tocándome el sol y yo,
insensata,
me he descompuesto en agua
pensando que era tu fuego.
La he guardado en un tarrito
cuyo nombre es Silencio,
junto al Silencio que te guardo.

Como cuando nos recordaba
al ritmo de canciones de Juancho;

he vuelto a llorar escuchándolo.
Como con tus susurros suicidas
si me silbaban en la psique,
si me despistaba entre caricias,
si me besabas en la frente.

Jamás enterraré el ego pero
me mataré contigo si vuelves.

Perdóname incluso cuando
ya me hayas perdonado.
Calla, no me lo pidas ahora.

Si el tiempo es oro
valía diamantes contigo,
pero no tanto la pena.
Eres más bien un yoyó,
eres mi juguete preferido;
al final siempre regresas
cada vez que te olvido.

La voz de la conciencia
me está pidiendo tregua
y solamente logro decirle
"por favor no me agobies".
Su palabra es mi condena.
Intento quitarle yerro,
como los otros dicen,
pero se me sigue cayendo
el pelo por su deficiencia.
Y lágrimas de fé ausente.

No te calles ahora.

He buscado la respuesta
en medicina alternativa,
recayendo en el fracaso.
Quisiera ser más bien saliva
para diluirme en el ocaso,
para encontrar una salida
que no sea de emergencia,
pero de nuevo ahí acabo.

Me regalé tiempo,
me brindó perspectiva.
Ahora brillo
porque ya he tocado fondo.

Pero no te calles ahora.


domingo, 19 de mayo de 2019

saudades (tuas)

"Hacen falta unos brazos seguros como el viento,
Y como el mar un beso."
(Desdicha, Luis Cernuda)

Extraño la dulzura de tu olor a sal,
desde Ítica inspirando a Homero,
hasta el último rincón de Portugal.

Es la intimidad del sentimiento
que se traduce y manifiesta
en el eco de mi voz si te grito,
el frío que irradia tu calidez,
azul como el cielo si golpeas
tus olas contra el infeliz enemigo.

Tu falta es capaz de demoler
mi alma: por eso te llamo
"media naranja de mi zodíaco",
mi mente se mueve como tu marea
sube y baja; se cae y naufragia.

Quiero huir, en ti hundirme,
sola y sólo acompañada
de una carta que no firme;
dejando de lado la estacada
donde sin vida no acabo de morirme.

Esta saudade repiquetea
en mis pulmones, produciendo
un sonido similar al llanto.
Un dolor que me abofetea.
Todos te miran, yo me disuelvo
y despacio bailo contigo ese tango
que con tanta paciencia he anhelado,
que la madera me clava por dentro
marcando un ritmo suave
...
lento,
lento,
lento.

La muerte no es nadie en tu magnitud.

lunes, 25 de febrero de 2019

Me descompongo en mi mayor

"Love, I can't tell you how I feel."
Always somewhere // Scorpions

Ojalá pudiera despertarme y decir " nada de esto está pasando". Estás tarareando la canción que no puedo componerte.

Era martes y en un sueño
Alicia me dijo "un día de estos".
Nunca cuándo, sin embargo.

Y, joder, esperar me mata.

Siento que el reloj se desintegra,
como la canción de Extremoduro,
no sé la hora: se rompió la cadena.

Me crees ajada y vacía
por tener huecos de otro tipo;
puedo ansiarlos en silencio.
No niego estarlo, soy una arpía
y solo Falsedad me rodea.

Me abrieron en canal
y encontraron melomanía
en cada ápice de mi alma.

Música es la única que me calma,
me envuelve como melodía,
me sacia, satisface, seduce
y mis penas arranca, aunque
lloros vierta de forma simultánea.

Y tú tarareando la canción
que aún no he podido componerte.

Mi epíteto católico es igual
que el del apóstol Tomás;
de santa no tengo un pelo:
todos son de incrédula.

Devuélveme a Inocencia.

Dime con quién andas;
no sé quién eres.

No me entregues tus armas
ya me conozco al diablo,
ya sé que no viste de Prada,
y sabe demasiado por viejo,
y adora tanto a sus mujeres.

Jamás una tristeza escondida
acabó con su existencia.
Lo más molesto de que
me mires todo el rato,
es que no me veas.

Vuelve al principio